La ciudad de Milán es
puro movimiento, es “business” , es gente guapa y moderna que se
mueve en un contexto sin rascacielos donde, en cambio, proliferan
otros escenarios que nos recuerdan que estamos en Italia.
Milán es la metrópoli
financiera del país pero también tiene su lado tierno y fascinante
.Goza de una excelente oferta cultural y siempre crea tendencia. O
mejor, la dicta.
Muchos son los motivos que
llenan de orgullo a los milaneses : sin embargo, en una cosa
coinciden siempre: el símbolo de la ciudad por excelencia se
encuentra en la Piazza del Duomo,
aderezada siempre por cientos de palomas y presidida por la gran
catedral gótica, de figura esbelta y
construida en mármol durante cinco siglos (de 1386 a 1966).Además
de admirarla desde la perspectiva tradicional, es muy recomendable
subir a la terraza del Duomo para contemplar tras sus agujas la
grandiosidad de sus vistas.
La siguiente plaza es la
del Teatro alla Scala, pasando previamente por la Galería
Vittorio Emanuele, una galería comercial de
cruz latina y recubierta de vidrio y hierro que sirve de pasaje entre
ambas plazas. Fue construida en 1865 y en su interior se reúnen
librerías, cafés y negocios llenos de sabor antiguo por los que
resulta interesante curiosear. En su centro octogonal, cuatro
mosaicos representan Europa, África , América y Asia.
En la Piazza
Della Scala se encuentra también el Palacio
Marino (Ayuntamiento de Milán) considerado el edificio privado más
hermoso de la ciudad. El Teatro alla Scala
no se queda atrás en encanto. Fue el primer edificio reconstruido
tras los bombardeos de la II Guerra Mundial y es la meca del mundo de
la ópera. Merece la pena darse una vuelta por su museo, con
instrumentos y objetos variados pertenecientes a Verdi, Chopin,
Puccini o Mozart.
Fuente: Revista Viajar 2009. Especial Italia. Resumen de Juana M. Infante
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